09/01/2025

Es un lugar común en muchas de nuestras conversaciones. Una sensación generalizada que, sin embargo, podría responder a un excesivo alarmismo o a una percepción equivocada sin evidencias científicas. Pero lo cierto es que mucha gente piensa que estamos perdiendo la memoria y la capacidad de atención, y que es por culpa de los móviles. 

Aquellos de mayor edad aún recuerdan cómo eran capaces de saberse de memoria varios números de teléfonos sin necesidad de mirar la agenda, entonces de papel. Hoy muchos no somos capaces de recordar la matrícula de nuestro coche. Pero la primera duda razonable es: ¿esta realidad es necesariamente mala? 

Ya en 2018, durante un debate presidencial, al político colombiano Sergio Fajardo le preguntaron por el páramo más grande del mundo. Él respondió: “En este momento sinceramente no me acuerdo, pero estamos en la época digital, coja el celular, pregunte cuál es el páramo más grande del mundo y se lo dice Google. Así yo no tengo que ocupar espacio en mi memoria con ese dato porque yo no voy para un concurso, sino a liderar el país”. 

Hoy, ese hábito de tercerizar la memoria y consultar los datos en Internet se ha generalizado. Cuando hay una discusión sobre una fecha, un buscador resuelve el problema; si no recordamos una cita, el móvil nos salva de la confusión y si no sabemos cómo llegar a un lugar, está Waze para trazar la mejor ruta. Para la gran mayoría tener ese flujo de información 24/7 en un aparato tan pequeño es una bendición. Pero algunos científicos empiezan a preocuparse al respecto. 

atención y concentración

Es el caso de Gloria Mark, psicóloga, profesora universitaria de Informática y experta en atención, que se ha convertido en una de las principales voces de alarma sobre la supuesta pérdida de capacidad de concentración humana. 

Mark ha sido una de las expertas que más énfasis ha puesto en medir la atención. Según sus estudios, en 2004 la capacidad de atención media en cualquier pantalla era de dos minutos y medio de media. Ocho años más tarde descendió a 75 segundos. El promedio actual ha bajado a 45 segundos. 

¿Son culpables las nuevas tecnologías de esta pérdida de concentración? Muchas voces desmienten esta relación, y descartan en cualquier caso que la solución pase por restringir o limitar el uso de los dispositivos móviles. Para Johann Hari, escritor especializado en tecnología, la solución pasa por un esfuerzo colectivo, similar al del movimiento feminista. No se trata de usar menos las pantallas, sino de usarlas mejor. 

En esta misma línea de expresa James Williams, uno de los “filósofos de la atención” más reconocidos del mundo occidental. “Prometerse dejar de usar el móvil es pasarle la responsabilidad al individuo, cuando en realidad son los cambios ambientales los que realmente marcarán la diferencia”, sostiene, alejándose de aquellos que acusan a las pantallas de propiciar el apocalipsis de la concentración humana. 

joven con smartphone

Más allá va el Centro de Atención del King’s College, defendiendo los beneficios de algo tan controvertido como la multitarea. Según su encuesta, un 42% de los usuarios utilizan varias pantallas de forma positiva y un 60% dice que tener múltiples fuentes de información instantánea a su alcance les ayuda a encontrar soluciones en el trabajo.  

La clave está en la plasticidad del cerebro 

La neurociencia tiene también una respuesta para esta preocupación generada por la pérdida de memoria o falta de concentración y es bastante esperanzadora. Reside en la capacidad de adaptación de nuestro cerebro. 

Javier Ortiz Tudela, experto en neurociencia cognitiva de la Universidad de Granada (UGR), explica que en los últimos 15 años estamos viviendo una “revolución digital que nos ha sumergido en un ambiente nuevo, en el que hay información por todas partes”. Sin embargo, añade, “esto no quiere decir que nuestro cerebro esté sufriendo un entorno nocivo, sino que es distinto y se está adaptando; y, en los periodos de adaptación, se pierden cosas por el camino”. 

En su opinión, Si muchas personas están perdiendo la capacidad de leer un texto largo, es porque ya no lo hacen. “Si utilizas los nuevos dispositivos, pero, al mismo tiempo, sigues leyendo textos largos, tu cerebro se va a adaptar con relativa facilidad. De hecho, si ya no lees libros, pero estabas acostumbrado a hacerlo y lo vuelves a intentar de forma constante, tu cerebro recuperará esa capacidad en menos de un mes”. 

tecnología y memoria

¿Debemos preocuparnos por los problemas de atención y de memoria? Lo cierto es que las nuevas generaciones van a tener que manejarse en un mundo digital y, si en el futuro su entorno les exige concentrarse para leer textos largos, probablemente también se adaptarán.  

Apunta el neurocientífico de la UGR que en periodos de cambio, como el que vivimos ahora, es habitual tener “un problema de desajuste con respecto a las metodologías, las aptitudes y la crianza”. “Tenemos una manera de valorar las cosas que pertenece a una determinada era, pero ya estamos viviendo en la siguiente”. El reto está en adaptarnos a la realidad de nuestros días y extraer de ella el máximo beneficio.