20/05/2019

Seguro que la sensación te suena. Estás hablando con alguien y notas que esa persona no te escucha. Descubres por qué con una rápida mirada: está contestando un mensaje de WhatsApp, o mirando los likes en alguna red social. En definitiva más pendiente del teléfono que de la persona que tiene enfrente.

Y al revés exactamente lo mismo. Es prácticamente imposible que nunca te hayan reñido o llamado la atención por estar más pendiente de tu smartphone que de la persona que te está hablando.

Nos pasa a todos y se llama phubbing, una palabra que sale de fusionar en inglés teléfono (phone) y snubbing (ignorar). Es incómodo, molesto e irritante pero lo hacemos más de lo que nos gusta reconocer. España es, según un estudio de Pew Research, el séptimo país del mundo con mayor penetración del smartphone, por delante de otros como Estados Unidos, Francia o Alemania. Hasta un 79% de la población usa estos dispositivos. Y en algunos casos también abusan de ellos.

El caso es aún más preocupante entre los jóvenes. Hasta un 87% de los adolescentes prefiere comunicarse a través de la pantalla del móvil que cara a cara. Y esto tiene consecuencias. Escondernos detrás de la pantalla crea una dificultad para enfrentarse a las emociones, lo que se traduce en que cada vez más jóvenes y adolescentes opten por terminar con una relación de pareja por Whatsapp, ante su incapacidad por manejar las emociones de una ruptura.

 

Esto, al mismo tiempo, lleva a la imposibilidad de afrontar los conflictos cotidianos. Con frecuencia, los enfrentamientos adolescentes se dan en el entorno digital, donde no pueden conocer el impacto que sus palabras producen en los demás y, por tanto, el contexto emocional del mismo. Ello puede generar problemas como el ciberacoso, que afecta al menos a un 24% de los jóvenes.

Detrás del phubbing encontramos consecuencias como el bajo rendimiento escolar, la inestabilidad emocional, la imposibilidad de entablar relaciones sociales o el descuido de rutinas básicas como comer y dormir.

Porque aunque los adolescentes sean lo más perjudicados, los adultos no son en absoluto ajenos a los daños del phubbing. El 62% de los españoles confiesa que consigue aislarse e ignorar todo lo que hay a su alrededor, incluso en reuniones o fiestas, cuando consulta su smartphone.

Por eso es imprescindible que los progenitores aprendan a utilizar el móvil. Aunque son varias las razones que incitan al phubbing (timidez, adicción) la más corriente es la imitación. Si los padres no dejan de mirar la pantalla cuando están hablando con sus hijos, ellos lo harán con sus iguales. Ignorar repetidamente a otras personas por estar pendientes del móvil provoca que los demás, de forma intencionada o no, devuelvan esta acción social.

¿Cómo evitar el phubbing?

Así que corresponde principalmente a los adultos establecer reglas y límites al uso del móvil para combatir el phubbing, también traducido como ningunfoneo. Dar ejemplo es la mayor garantía de éxito. Es imposible prohibir una cosa cuando está entre las rutinas de los padres.

Más allá de eso, reglas como estas pueden reducir el abuso de mensajes en detrimento de las relaciones interpersonales. 

No usar el móvil en las comidas. Está demostrado que la presencia de visible de un smartphone sobre la mesa o en cualquier otro lugar cercano reduce considerablemente la percepción de confianza y la calidad de la conversación que mantenemos.

Y esto es aplicable también a las comidas entre adultos. Un restaurante asiste aproximadamente a 36 casos de ningunfoneo por cada comida, según datos de Stop Phubbing.

  • Desactivar las notificaciones del móvil. O directamente los datos mientras se hacen determinadas actividades como los deberes o alguna actividad en familia.
  • Fijar franjas horarias para el uso del móvil. Especialmente perjudicial para todos es utilizar el móvil antes de dormir, algo que se conoce como vamping, y que afecta a la calidad del sueño y puede provocar insomnio.
  • Crear un parking de móviles. Una solución creativa que puede ayudar con todas las situaciones descritas anteriormente. Un lugar donde dejar todos los móviles de la familia durante las horas de sueño, las comidas o las actividades en grupo.
  • Resolver los conflictos cara a cara. Y por último, y no menos importante: hay que acostumbrar a nuestros hijos a hablar de sus emociones para que observen que, al menos en la familia, otras formas de comunicación son más efectivas.

Son por tanto muchas las formas de luchar contra una práctica cada vez más extendida y que perjudica tanto a jóvenes como adultos, y a la que nos es muy difícil controlar. A través de la campaña Por un uso love de la tecnología, Orange ha lanzado un portal sobre los peligros de la misma con la intención de informar sobre distintas maneras de disfrutar de la conectividad sin peligros ni adicciones.