03/06/2024
Más de tres millones de mujeres, un 15,2% de las féminas de 16 años o más que viven en España, han sufrido “stalking” en algún momento de su vida. El 6,5% en los últimos 4 años y un 3% del total en los últimos 12 meses. Y hay un dato aún más relevante: el 3,7% tuvo que hacer frente a esta violencia antes de cumplir los 15 años.
Pero vayamos por partes. ¿Qué es un stalker y por qué puede ser tan peligroso? Stalkear es una de esas palabras que se han popularizado en las redes sociales y que han dado el salto al habla, especialmente entre los más jóvenes. Se trata de una adaptación del término inglés ‘stalk’, que significa ‘acechar’.
El diccionario de Oxford define stalking como «el delito de seguir y observar a alguien durante un período de tiempo prolongado y de una manera que resulta molesta o aterradora». Sin embargo, la palabra en español no incluye el matiz delictivo. Según Fundéu, ‘stalkear’ significa «seguir a alguien en las redes sociales para obtener información y observar sus movimientos»
La persona que hace esto se denomina stalkeador o stalker, ya que la Real Academia desaconseja las castellanizaciones como “estalquear” o “stalkear”. Su comportamiento consiste en revisar plataformas como Facebook, Instagram, X o TikTok con el objetivo de obtener más datos sobre una persona en concreto.
Es una actitud bastante habitual ya que, según afirman algunos psicólogos, las redes sociales se sostienen en dos necesidades que se retroalimentan: la exhibición y el voyeurismo. Son el escenario perfecto para proyectar una imagen (real o no) de nuestras vidas, pero también para que espías o curiosos obtengan toda la información que necesitan.
El problema surge cuando el stalker no se limita a leer lo publicado en redes sociales, sino que envía mensajes no deseados, realiza comentarios ofensivos o embarazosos, publica fotos o videos sin permiso que incluyen información personal o incluso llega a merodear la casa, el colegio o el centro de trabajo de la persona espiada.
¿Cuál es la frontera entre el stalking y el ciberacoso? ¿Hasta dónde es lícito mirar en las redes sociales y cuándo empieza a transformarse en una obsesión que se convierte en un delito? La legislación española contempla penas de hasta tres años de cárcel a quien acose a una persona de forma insistente y reiterada, llegando a alterar la vida real de la víctima.
La normativa castiga a quienes establezcan contacto con la víctima de forma constante, mediante teléfono, whatsapp, o correo electrónico (tanto a través de mensajes escritos, como por imágenes o audios), así como a aquellos que usen indebidamente datos personales de la víctima.
Sin embargo, la dificultad de las denuncias y de las condenas está en que se requiere demostrar que el acoso es continuado y reiterado y que altera la vida de la víctima. En el año 2017, el Tribunal Supremo aseguró por primera vez que el requisito fundamental que indica el hostigamiento como una conducta tipificada como delito es la prolongación en el tiempo, aunque no se ponen de acuerdo sobre cuántas agresiones o acosos tiene que sufrir la víctima para que se considere delito.
El camino a recorrer
Queda por tanto mucho camino por recorrer a la hora de garantizar los derechos y libertades de los ciudadanos a la hora de usar algo tan cotidiano como las redes sociales, a las que tienen acceso hoy gran número de menores y adolescentes. Aunque la ley española establece que los menores de 14 años no pueden registrarse en ninguna de ellas sin el consentimiento explícito de sus progenitores, se calcula que al menos un el 68% de los menores de 10 a 12 años tiene un perfil propio en las más relevantes.
Precisamente en ello, en la protección de los más vulnerables, es donde están centrando sus esfuerzos algunas de las organizaciones más relevantes de nuestro país. DigitalES ha sido la primera asociación del sector tecnológico en firmar la petición del Pacto de Estado para proteger a los menores y adolescentes en Internet y Redes Sociales y se toma muy en serio este compromiso.
No es un problema menor. De acuerdo a estudios recientes, las enfermedades mentales en menores de 20 años han aumentado un 300% desde 1997, lo que convierte este problema en una cuestión de salud mental de vital importancia.
Los operadores y compañías que forman parte de DigitalES llevan años desarrollando herramientas de control parental, apostando por el etiquetado de contenido, impulsando campañas de sensibilización y ayudando a prevenir contenidos inapropiados.
Hoy queremos reforzar nuestro compromiso y aportar nuestro granito para lograr que nadie pueda sentirse acosado por las redes sociales. Poder usarlas en libertad es nuestro derecho, y nadie debe sentirse mal por hacerlo.
Hay muchos caminos para estrechar el cerco a los acosadores. Cambios en la legislación, campañas de concienciación o herramientas para detectarlos. Pero debe haber un objetivo común: el de acabar, de una vez por todas, con los abusones.