04/04/2024
Muchos son los padres que, de generaciones más analógicas o sin mucho tiempo para investigar al respecto, se preguntan cuál es la edad correcta para que sus hijos tengan un perfil propio en redes sociales. Y sin embargo, la ley española es tajante al respecto. Los menores de 14 años no pueden registrarse en ninguna de ellas, al menos sin el consentimiento explícito de sus progenitores.
Así lo establece la ley orgánica de protección de datos personales y garantía de los derechos digitales, que fija en esta edad el límite para poder abrir un perfil en cualquiera de estas plataformas. Aunque algunas redes como TikTok, Twitch o Be Real permitan registrarse a los 13 años, eso no aplica para España, donde la normativa implica que solo puede hacerse a partir de los catorce.
Sin embargo, la realidad parece ser ajena a estas limitaciones. Según un estudio realizado por la Asociación Valenciana de Consumidores y Usuarios (AVACU), el 68% de los menores de 10 a 12 años tiene redes sociales. Aunque el sondeo es del año 2021, poco han cambiado las cifras desde entonces. Por desconocimiento o descuido de sus padres, un altísimo porcentaje de menores cuentan con hoy con su propio perfil en redes sociales. Y hay más datos preocupantes: el 12,5% afirma aceptar solicitudes de amistad sin conocer a quienes se las remiten.
Riesgos contra el derecho a la intimidad de los menores
Otro aspecto intranquilizador es el elevado tiempo que pasan los menores en las redes sociales. En el caso de España, el tiempo de uso de redes sociales en los menores de 4 a 18 años ha crecido un 7% durante el último año. La red social estrella ha sido TikTok que, solo en nuestro país, ha crecido un 20%, alcanzando los 96 minutos al día. Tras ella, señala un estudio, está Instagram, con 56 minutos al día. Snapchat se coloca en la tercera posición (21 minutos al día), por delante de Facebook (20 minutos) y X, antiguo Twitter, (10 minutos).
Las redes sociales, también conviene destacarlo, no constituyen en sí mismas un peligro para la infancia, pero pueden convertirse una vía de entrada a contenidos no deseados como la violencia o la pornografía. El acceso no controlado de menores a estos contenidos inapropiados ha hecho que se registre un incremento del 300% de enfermedades mentales en menores de 20 años desde 1997.
Cifras tan alarmantes que han propiciado la petición de un Pacto de Estado para proteger a los menores y adolescentes en Internet y en redes sociales por parte seis entidades de la sociedad civil, al que rápidamente se ha sumado DigitalES, primera asociación del sector en firmar una petición respaldada hoy por más de 140 entidades.
3 peligros de Internet para padres e hijos no siempre conocidos
Es precisamente en este último punto donde conviene hacer hincapié en los riesgos que un mal uso de las redes sociales pueden comportar a padres y a hijos, no siempre conocidos. En primer lugar, es necesario conocer que las distintas plataformas son propietarias de todas las fotos que subimos a ellas.
- Muchas redes sociales imponen como condición que el usuario cede todos los derechos de propiedad intelectual y de imagen de todas sus publicaciones a la red social, sin limitación temporal ni espacial, y sin contraprestación económica. Esto quiere decir que la red social podrá vender fotos que tú has subido a cualquier empresa, y en cualquier país, y para cualquier uso. También las de tus hijos, tengan la edad que tengan, subas tú las fotos o las suban ellos mismos.
- El ‘sharenting’ es una práctica que consiste en documentar el día a día de los más pequeños, desde su primer minuto de vida, en las redes sociales. Cuando tenemos hijos pequeños debemos pensar un poco antes de publicar cualquier video o foto. Pensar si quizás ellos cuando sean mayores no querrían que publicáramos eso. Las tecnologías avanzan muy rápido, y es probable que en el futuro en el que nuestros hijos vayan a buscar trabajo, o vayan a entablar relaciones, buscando en la red se pueda conocer todo (imágenes, vídeos, comentarios…) de su vida. Lo que se publica en internet, no hay garantía de que desaparezca.
- Por último, conviene repensar el modo en el que usamos una aplicación tan popular como el WhatsApp. Muchas veces no somos conscientes de la facilidad con que enviamos fotos, vídeos o audios a través de esta app, pero ¿conocemos en profundidad a todas las personas que tienen acceso a esos envíos? ¿conoces de verdad a todos los miembros de tu grupo de whatsapp del trabajo? ¿y a los del gimnasio o grupo de pádel?
Una vez que mandamos una foto a un grupo o la ponemos de perfil, hemos perdido el control efectivo y el destino que se le puede dar a esa foto. No sabemos si alguien nos la puede copiar y subirla a una de esas redes pedófilas, o si la puede usar para hacer sextorsión (adulto que utiliza un perfil falso con fotos de otros menores o jóvenes para ligar por internet, y luego extorsionar a la víctima).