15/04/2021
El 40% de la población española vive en ciudades inteligentes. Concretamente, en las 83 ciudades adscritas a la Red Española de Ciudades Inteligentes, que se complementa además con una red de 33 municipios amigos, núcleos de menor población pero también interesados en el desarrollo de tecnologías que mejoren la calidad de vida de sus habitantes.
Según estimaciones de Statista, la inversión mundial en proyectos de smart cities superará los 1,12 billones de dólares para 2025. No hay duda de que existe interés sobre el concepto y que éste va a ir creciendo día a día. Al fin y al cabo… ¿quién no iba a querer que su ciudad sea inteligente?
Pero empecemos por el principio. ¿Cuáles son las condiciones necesarias para que un núcleo de población pueda ser definido como smart city?
Definimos así a las urbes que integran la tecnología para mejorar la gestión urbana y la calidad de vida de los ciudadanos. Y lo hacen a través de la gestión de los datos. Estos datos son recolectados por una red de sensores que se implantan en estas ciudades, analizados por sistemas de inteligencia artificial e interpretados por operadores que elaboran informes sobre los que se tomarán las decisiones de gestión.
El término se popularizó hace años, pero no será hasta la implantación definitiva del 5G cuando seamos capaces de sacarle el máximo provecho. Por mucha buena intención que tengan las corporaciones locales, es necesario un sistema lo suficientemente rápido y escalable que permita una evolución y conexión total de todos los aspectos que definen a una smart city.
Y esto se hará patente con la llegada de 5G, en convergencia con otras tecnologías como la inteligencia artificial. Las redes 5G stand-alone posibilitarán comunicaciones con mayor velocidad y menor latencia que las redes actuales, incluso que la fibra óptica. Asimismo, al realizar un uso más eficiente del espectro radioeléctrico, permiten un ancho de banda muy superior, tanto de subida como de bajada. En otras palabras, la tecnología 5G será esencial para que las redes soporten el volumen ingente de datos que sustentarán las ciudades inteligentes del futuro.
Hablaremos entonces de ciudades más seguras, con menos atascos, con servicios más efectivos de mantenimiento urbano, y más eficientes en consumo de energía y agua. En concreto, se considera que el paso de gran ciudad a ciudad inteligente se desarrollarán especialmente en 9 campos: gestión del agua, gestión de la energía, medición ambiental, conectividad, tráfico rodado, aparcamiento, seguridad ciudadana, edificios inteligentes y gestión de los servicios sanitarios. Cada ciudad buscará su modelo, en función de sus necesidades.
Los beneficios no serán menores. Según un estudio de la Universidad Carnegie Mellon, la implantación de sistemas que habiliten smart cities puede producir una disminución del 40% del tráfico, del 21% en las emisiones y lograr unos desplazamientos un 26% más rápidos.
España, referente europeo
El desarrollo de las smart cities se ha visto desacelerado en España a raíz del estallido de la pandemia. Con todo, nuestro país es un referente en Europa y así la consideran distintos expertos como Juanjo González Bermejo, director de la Business Line de Smart & IOT de Cellnex.
En esta línea se ha expresado recientemente también Javier Ridruejo Pérez, secretario general de la Red Española de Ciudades Inteligentes, quien asegura que, a pesar de la desventaja respecto a ciudades como Seúl, Tokio, Nueva York y Londres, en general las ciudades españolas son un referente internacional en el campo de las smart cities, “tanto en plataformas como en ciertos verticales, como el turismo, la analítica de datos o el IoT, así como en la gestión de recursos públicos, como el agua o los residuos”.
En España, los planes más ambiciosos para el desarrollo de una estrategia de transformación para las ciudades se inician con la Agenda Digital de 2013 y el Plan Nacional de Ciudades Inteligentes de 2015. En ellos se incluye la planificación para llevar la banda ancha al mayor ratio de población posible, el despliegue de infraestructuras 5G seguras, la digitalización de las Administraciones Públicas y la promoción de la economía del dato y de la Inteligencia Artificial, entre otras acciones.
La implantación del 5G se convertirá pues en un factor determinante para el éxito de esta estrategia. El objetivo, ambicioso pero realizable, será convertir a España en una potencia en smart cities, que exporte el modelo español de ciudad inteligente al resto del mundo.